![]()
Las aguas del río Blanco, frías, turbias y crecidas por la lluvia, guardan silencio desde la noche del domingo 2 de noviembre. Allí, en el límite entre Pichincha y Esmeraldas, desapareció Daniel Antonio Intriago Cedeño, de 40 años, padre de cuatro niños y técnico en soldadura industrial, luego de que la motocicleta en la que viajaba resbalara sobre el puente metálico tipo delta. Tres días han pasado y el río aún no devuelve su cuerpo.
Daniel, quien no sabía nadar, regresaba de un balneario de Puerto Quito en compañía de Jenny Veliz Reyna, quien sobrevivió milagrosamente al accidente. “La moto se deslizó, parece que estaba lloviendo. Él perdió el control y chocó contra la baranda. La muchacha quedó colgada… él cayó al agua y ya no salió más”, relata con voz baja Guillermo Valencia, vecino del sector, que fue testigo de la desesperación de los primeros momentos.
Desde entonces, los cuerpos de Bomberos de La Concordia, Quinindé y Puerto Quito se han turnado jornadas agotadoras entre la bruma, la lluvia y la corriente del río. El trabajo no se detiene.
“Estamos en el tercer día de búsqueda. El caudal ha subido, el río está fuerte, pero no vamos a detenernos”, afirma Mario Mite, jefe del Cuerpo de Bomberos de Quinindé, mientras observa el agua correr rápida bajo el puente. “Recorremos por agua y por tierra, desde el puente hasta Piedra de Vapor. Hoy haremos dos pasadas, una por cada margen. La familia quiere respuestas, y nosotros también”.
Familiares no han podido poner la denuncia
La familia de Daniel vive la espera como un tormento. Su hermano menor, con la voz quebrada, contó que ha tenido dificultades incluso para colocar la denuncia formal por la confusión de jurisdicciones. “No importa dónde haya caído. Solo queremos encontrarlo… vivo o muerto, pero encontrarlo. Él era mi único hermano. Ya perdimos a otro hace años. Si no aparece, yo me quedo solo”, dijo casi sin poder sostenerse.
En el barrio San Rafael, en La Independencia, donde Daniel tenía un pequeño taller de soldadura y un departamento modesto, la noticia corrió como un golpe. “Él era trabajador, tranquilo, siempre dispuesto a ayudar. Ayer nos avisaron, y todos salimos para ver qué podíamos hacer. Nadie quiere creerlo”, comentó Edison, amigo cercano.
Los moradores del sector insisten en que el puente tipo delta es una trampa cuando llueve. “No tiene la señalización adecuada. Ese puente, cuando se moja, se vuelve jabón. La gente pasa normal y no sabe. Ya han pasado varios accidentes aquí”, denuncia un comerciante del lugar, señalando las barandas desgastadas.
Mientras tanto, los bomberos avanzan, retroceden, observan, se sumergen donde es seguro hacerlo.
Pero hay zonas peligrosas: bajo el puente permanece un tramo metálico hundido, oxidado, lleno de recovecos donde un cuerpo podría quedar atrapado. “Eso no se puede revisar a pulmón. Se necesita equipo especial, y solo Puerto Quito lo tiene. Pero también es riesgoso. No queremos que haya otra víctima”, explica Mite.
A orillas del río, la familia de Daniel espera. Algunos rezan. Otros lloran. Nadie se mueve, como si marcharse fuera traicionarlo.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!